domingo, 13 de noviembre de 2011

Desilución a tres tiempos


El hombre bajó del taxi arrastrando pesadamente la maleta. Le pagó al taxista y entró al aeropuerto. Mostró su boleto y se sentó al final de la sala de espera, como le gustaba sentarse en los aviones. Saca de su cartera la foto de una mujer y sonríe. Mira a la puerta y consulta su reloj. Pasan los minutos y sigue buscando. Lo hace repetidamente hasta que llaman por las bocinas para que aborden el vuelo. Se desespera porque sabe que no le queda mucho tiempo. Se acerca lentamente a la azafata sin despegar los ojos de la puerta y entrega su boleto. Pasará el tiempo y practicamente lo obligarán a subir al avión. El vuelo transcurrirá sin dificultades, pero al bajar todos los pasajeros del avión se quejarán de los sollozos de un niño que durarán todo el vuelo en la parte final del avión. 

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