miércoles, 23 de noviembre de 2011

Cuando la realidad supera a la ficción


Ficción:
                                            Fragmento de las Efesíacas de Jenofonte de Éfeso

[...] Cuando era joven me enamoré de una muchacha de la ciudad, Telxínoe. Y cuando en la ciudad se celebraba la fiesta nocturna fuimos a encontrarnos uno con otro, guiándonos a ambos un dios, y gozamos de aquello por lo que nos habíamos reunido. Tuvimos relaciones un cierto tiempo sin que nadie se enterara y muchas veces nos juramos uno a otro tenernos hasta la muerte. Pero algunos de los dioses nos tuvo envidia.
   Yo estaba todavía entre los efebos cuando a Telxínoe la entregaron sus padres en matrimonio a un joven de nuestra misma tierra llamado Androcles. Al principio la muchacha puso muchos pretextos para retrasar la boda, pero finalmente, cuando pudo encontrarse conmigo, convino en salir conmigo de Lacedemonia de noche. Nos vestimos los dos de hombre y yo corté el cabello a Telxínoe. Así pues, en la misma noche de la boda salimos de la ciudad y fuimos a Argos y Corinto, y de allí, embarcándonos, navegamos hasta Sicilia. Los lacedemonios, enterados de nuestra fuga, nos condenaron a muerte. Nosotros vivimos aquí con escasez de lo necesario, pero felices y pensando que gozábamos de todo porque estábamos juntos. Y aquí, no hace mucho, murió Telxínoe, y yo no enterré su cuerpo, sino que lo tengo conmigo y constantemente lo beso y vivo con él.
   Al mismo tiempo que hablaba condujo a Habrócomes a la habítación más recóndita de la casa y le mostró a Telxínoe, mujer ya anciana pero que a Egialeo aún le parecía bella y joven. Su cuerpo estaba embalsamado a la manera egipcia, pues el anciano la conocía.
   -A ésta -dijo-, oh Habrócomes hijo mío, siempre le hablo como si estuviera viva, y me acuesto con ella y con ella como. Y si alguna vez vengo cansado de la pesca, su vista me reconforta. Pues no me parece a mí como ahora la vez tú, sino que la imagino, hijo, como era en Lacedemonia, como cuando nuestra fuga. Veo las fiestas nocturnas y veo nuestro pacto.

Jenofonte de Éfeso. Efesíacas. Libro V, versos 5-12. Gredos, págs. 268-269

 
Realidad:

                                


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